By Douglas Figueroa
Aquel día de Agosto del año 1971, yo me encontraba trabajando
en el IVIC, y ya estaba a punto de irme a almorzar cuando suena el teléfono; era una llamada
desde la Secretaría de la UCV. Oigo una voz del otro lado que me hablaba bien
bajito, y me susurra en secreto...
«¿Es el Señor Douglas Figueroa, Cédula 2 932 030 ?: Es correcto....Entonces pare bien la oreja, pero mucho cuidado y no se lo digas a nadie: Tu acto de grado es hoy mismito a las 4 de la tarde en el piso 8 de la Torre Lincoln de Sabana Grande. No se permiten acompañantes y tienes que ser discreto, llegando al lugar media hora antes, así como el que no quiere la cosa. Ponte mosca con los tomistas que andan alborotados, saboteando cualquier acto académico, y puedes quedarte guindando de nuevo»
¡Que alegría y yo no me lo podía creer! Ya estaba resignado a esperar con paciencia que llegara ese anhelado momento para tener en la mano mi diploma de Licenciado en Física, pues quedó en veremos para poder viajar a Inglaterra a realizar mi Doctorado becado por el IVIC.
Sin pérdida de tiempo, enseguida me monté en mi Volkswagen y pisando a fondo la chola del escarabajo, bajé bien esmachetado desde los Altos de Pipe por la Panamericana, con mis piernas tembleques de la emoción. Estaba muy sudado y desaliñado y apenas me daban muy poco tiempo de pasar antes por mi casa para poder presentarme al acto enflusado y encorbatado.
Tenía que darme prisa porque primero tuve que correr a avisarle al amigo Luigi Mondino, el compañero de promoción porque a él no lo habían podido ubicar y éramos lo dos primeros en graduarnos de la cohorte de Física que ingresó en 1965.
El campus de la UCV estaba de luto por el entierro a su autonomía; era un clima de incertidumbre, todos andábamos enardecidos y echando chispas pasando ese trago tan amargo de la intervención. Como consecuencia, los actos académicos como los de graduación eran saboteados y no se podían efectuar en el Aula Magna. Yo había logrado presentar mi tesis de grado afuera de la ciudad universitaria, y casi a escondidas en un galpón de la Zona Rental de la UCV. Por cierto que, ahora en ese mismo lugar construyeron una enorme edificación que han bautizado como «La Tumba», y tiene cinco sótanos donde llevan a los que se portan mal para que hagan unas pasantías bajo tierra sin poder ver los rayos del Sol.
Yo logré hacer mis estudios de la Licenciatura en Física en la UCV mientras trabajaba como Personal Técnico a medio tiempo en el Laboratorio RMN del IVIC con los Doctores Carlos Gago y Alberto Serra, cuando era Director del Centro de Física mi recordado Profesor Manuel Bemporad; fue él quien me facilitó ese horario flexible para que pudiera asistir a las clases durante cada semestre. Había egresado de la Escuela Técnica siendo becario de la Shell, y por un tiempo trabajé como Técnico en Telecomunicaciones en los campos petroleros de esa empresa en el estado Zulia, hasta que tomé la decisión de venirme a Caracas para seguir estudiando.
Foto en 1969 de un grupo de la cohorte que ingresó a la Facultad de Ciencias en 1965. (1) Alejandro Holguín, (2) Douglas Figueroa, (3) Antonio Guerrero QEPD ✞, (4) Luigi Mondino, (5) Eneas Valdivieso, (6) Urbano Camacho, 7) Luis Acuña, y el Profe Pedro Pablo Bautista (8).
Nuestros estudios transcurrieron cuando la Facultad de Ciencias funcionaba en su antigua sede, ubicada al lado de la Facultad de Ingeniería. Fueron años muy difíciles entre paros y protestas estudiantiles que eran el pan de cada día, en medio de la conflictividad política e ideológica de la época. En 1966 las residencias estudiantiles de la UCV fueron allanadas y clausuradas definitivamente. Luego en 1968 sucedieron los movimientos de renovación académica inspirados en los eventos del Mayo francés, con propuestas radicales que buscaban superar las deficiencias académicas en nuestro sistema de enseñanza.
En 1969 las botas militares tomaron por asalto la UCV, violando su autonomía, fue un despliegue de tanques y mil efectivos armados hasta los dientes.
Fueron unos dos años de espera que pasamos en la universidad bajo un clima enrarecido por esa nefasta ocupación. Llegado aquel anhelado día de acudir a nuestra graduación, fueron momentos que oscilaban entre la alegría y la tristeza de tan lamentable circunstancia. Nos esperaba una ceremonia improvisada y desaliñada, hecha en aquel acto a puerta cerrada tan desabrido y sin ninguna solemnidad. Mientras tanto el ambiente externo en la calle era hostil con estudiantes voceando consignas anti intervención.
Recibimos nuestros diplomas a la carrera y algunos graduandos se negaron a estrecharle la mano a las autoridades interventoras.
Sonaron una campanita y nos los entregaron, sin permitir ningun discurso estudiantil; era para evitar
que allí se dijeran palabras disonantes y de crispación que alborotaran el
avispero y las autoridades en represalia se pusieran maleducadas y nos fueran a dejar sin el chivo y el mecate.
Acto de grado del 13 de Agosto de 1971 en el
piso 8 de la Torre Lincoln. Un grupo de la Facultad de Medicina y de la Facultad de Ciencias.
Fuimos privados de la emoción de graduarnos con glamour en el Aula Magna llevando el atuendo de toga y birrete; y recibir el diploma de las manos de nuestro ilustre Rector Dr. Jesús María Bianco, un firme demócrata defensor de la autonomía hasta los últimos días de su gestión. No pudimos oír los aplausos de familiares y amistades bajo las nubes acústicas de Calder, ni sentir que se nos erizara la piel al escuchar la marcha de graduación Pompa y Circunstancia y el himno de la UCV, cantado por el Orfeón Universitario:
«Campesino que estás en la tierra marinero que estás en el mar, miliciano que vas a la guerra con un canto infinito de paz» ¡U...U...UCV! |