Esta imagen puede refrescarle la memoria a muchos viejitos olvidadizos; y para jurungarle tantos valiosos recuerdos a los que ya se sienten amenazados por el Dr. Alzheimer.
Quizás los jovencitos de las nuevas generaciones que nacieron en la era del celular, se preguntarán:
¿Que vaina tan rara será esa?
Pues se trata de la famosa «Regla de Cálculo», una joya que nos lleva a evocar viejos recuerdos en un viaje al pasado nostálgico. Era nuestro mas preciado tesoro que tuvimos los alumnos por la década de 1960 en mis tiempos de estudiante de Electrónica en la «Escuela Técnica Industrial» de Caracas donde fui becado por la Compañia Shell de Venezuela.
Esta llegó a ser una herramienta imprescindible para poder resolver los problemas de las distintas asignaturas. En esa época no era suficiente echarse un puñal estudiando en cada materia, también muy necesario tener mucho dominio en el manejo de la Regla de Cálculo para poder salir airosos en los exámenes.
Nos permitía realizar una multitud de operaciones: Multiplicación, división, extracción de raíces, elevar potencias, logaritmos, funciones trigonométricas y sus inversas, etc... Era de mucha utilidad para resolver las Ecuaciones de Kirchoff de los circuitos, utilizando fasores de voltajes y corrientes, pues podíamos convertir números complejos expresados en forma rectangular (cartesiana) a su valor equivalente en forma polar y viceversa.
Funciona mediante el sencillo posicionamiento en sus escalas de una reglilla deslizante, para ejecutar las secuencias de operaciones de manera encadenada. Con buen ojo nos daba los resultados numéricos hasta con tres cifras significativas.
Por los pasillos de la UCV veíamos a todos los estudiantes de Ingeniería, Ciencias o Arquitectura, que siempre las llevaban consigo. La mayoría usaba las Faber-Castell de material plástico; eran las mas económicas y también habían unas pequeñitas de bolsillo.
Los estudiantes de mas recursos exhibían con ostentación la envidiable marca KE (Keuffel & Esser) que eran hechas de bambú y venían con un elegante estuche de cuero; algunos echones las llevaban guindando de la correa en la cintura, y que para que no se las robaran.