By Douglas Figueroa
Me metieron medio Petro
Hasta hace poco tiempo teníamos prohibido en Venezuela mencionar a las lechuga$ verde$ de Benjamín Franklin; ellas eran inombrables a pesar de que andaban muy realengas y desbocadas por la calle. Pero a la vista de todos, éstas sin querer queriendo acabaron por imponerse y lograron establecerse para regir la empobrecida vida del venezolano. El Bolívar ha quedado como un signo moneterio de ficción y pura apariencia, y nos da mucha tristeza que el rostro de nuestro Libertador Simón Bolívar cada vez se vea menos en nuestras ya muy ruyías carteras. Los tradicionales billetes con la cara de nuestro querido Simón, han ido desapareciendo y ahora son como unos billeticos de Monopolio que tienen tan poco valor que ya ni sirven para dar propinas porque los miran bien feo y nadie los quiere aceptar en la calle.
Pero tenemos unos expertos sabelo-todo que no dan pie con bola para levantar los escombros de nuestra economía y se les ocurrió un nuevo invento, quizas con la idea de marearnos al pretender sustituir los benjamines con unos fulanos «Petros», hijos de «Petra» y nietos de «Petronila»; que están anclados a los vaivenes del precio del mercado petrolero. Quiera Dios que esta cripto-morisqueta no nos vaya a dejar «Petrificados» y sean el tanganazo final que termine llevándonos a la cripta.
Un día me avisaron por «guasá»
(y con guasa) que me iban a meter medio Petro, en la cuenta, y que nos creyéramos el cuento de camino que eso era un bojote de «rial»; pero si pudiera
convertirlos, quien sabrá cuantos bolivaritos me vayan a dar, seguramente solo me alcanzarán para comprarme media torta de casabe, una mano de cambur y un
guarapo e’papelón.
Ese expléndido bono de medio Petro que recibí de «regalo»
fue un reconocimiento al bojote de años que me fajé como docente de
Física, sudando la gota gorda frente a un pizarrón con tiza y borrador en mano. Todas las vainas que
aprendí de la obra del genio Benjamín Franklin sobre la
electricidad las di a conocer con mucho esmero a mis alumnos durante los
años que les dediqué en las aulas de la Simón y les repetía año tras año ese
simpático relato anecdótico de su papagayo y el genial invento del pararrayos.
Recuerdo con nostalgia mis clases en la USB cuando llenábamos a diario los pizarrones, rayándolos con tizas a colores para hacer aquellos dibujos y gráficos con tanto esmero y escribía el montón de fórmulas, tragándome tanto polvo de tiza que jode cada vez que restregaba el borrador. También en los laboratorios llevé unos cuantos corrientazos al hacer experimentos para comprobarles en la práctica todas las vainas que decía el sabio Benjamín y así darle la razón. Es una ironía de la vida, que ahora que estamos viejitos y retirados de la tiza y el pizarrón, recibimos un salario de «Pobresor jubilado», cuyo monto de todo un año, apenas anda rondando por lo que vale una de esas lechuguitas$ verdes con la cara de Benjamín.
Quien se iba a imaginar que algun dia llegaríamos a olvidarnos de nuestros bellos relucientes billetes con la estampa de Simón. Terminaron como barajitas menospreciados unos doscientos años después que nuestro héroe de toda América, lleno de valor y amor patriótico emprendiera a caballo sus hazañas por las frías montañas de la cordillera andina para su acción militar que desalojó a los españoles y dejamos de ser una colonia.
No se vislumbra cuándo llegará la hora que dejen de seguir mareándonos con tantas fanafarronerías y cayéndonos a cobas con inventos todos los días, Petros, Bolívares fuertes, Bolívares Soberanos, Bolívares digitales y quien sabe cuantas vainas mas vendrán. Urgen medidas bien pensadas que sean tomadas por gente seria y competente de verdad, para ver si podemos reimpulsar la economía a partir de estos escombros en que ha quedado y se pueda llevar a nuestra divisa a levantar cabeza.
Ya los Benjamines eclipsaron por completo a nuestros Simones en el día a día y es un clamor de la gente volver a ver en la calle los tradicionales billetes de Simón y que no les vuelvan a retoñar otra vez otro bojote de ceros. Queremos ver de nuevo los rostros sonrientes de nuestros próceres y héroes, que son sinónimos de rectitud, orgullo, dignidad, fortaleza y soberanía.
Felicitaciones a Douglas, el nuevo economista.
ResponderEliminarYa se me había olvidad la lechuga, se fugó de mi mesa y de mi cartera.
Un abrazo
Irrepetible corto ensayo, gracias.
ResponderEliminarMe encanta la bandera
ResponderEliminarExcelente Douglas.
ResponderEliminarNo te preocupes, ese polvo de los pizarrones no se perdió. se convirtió en semilla en todos los chamos que te escuchaban. Y han germinado y crecido: se han convertido en excelsos ingenieros o físicos que contribuyen al fortalecimiento de la sociedad. Aquí los que quedan y en el extranjero los que se vieron obligados a buscar un futuro. Gracias Douglas, por ese polvo de tiza que dispersaste en la USB
Excelente Douglas
ResponderEliminarNo te preocupes. Ese polvo que produjiste en los pizarrones no se perdió. Se convirtió en semilla en todos los chamos que te escucharon. Y esas semillas germinaron, crecieron y se convirtieron en excelsos ingenieros y físicos que fortalecen la sociedad. Los que todavía están aquí y los que tuvieron que ir al extranjero para buscar un futuro.
Gracias Douglas por ese polvo de tiza que dispersaste en la USB!