By: Douglas Figueroa
Unos años antes de la llegada del COVID, todavía teníamos una de las economías mas pujantes en Latinoamérica y Caracas era parada obligatoria para las giras de afamados artistas y agrupaciones musicales internacionales. Presentaban durante el año espectáculos en vivo con música para todos los gustos, Merengue, Bolero, Jazz, Rock, Clásica, Cumbia, Gaitas, Salsa y Reguetón.
La asistencia masiva de personas era impresionante, se llenaban salas y anfiteatros: El Poliedro, Teatro Teresa Carreño, Parque Naciones Unidas, Estadium olímpico, Campus de Futbol de la USB, Aula Magna de la UCV, Eurobuilding, CCCT, Concha Acústica de Bello Monte. La gente gozaba un puyero y disfrutaba con alegría entre ovaciones, aplausos y coros eufóricos con algarabía.
Pero de pronto nos cae una pava encima con la recesión económica y la galopante inflación, que trajo el desplome de nuestros ingresos y se nos acaba la pachanga y el ta'barato dame dos. Al volvernos un público de pelabolas dejamos de ser un país atractivo para que nos visitaran artistas extranjeros y los nuestros agarraron sus macundales y se fueron con su música a otra parte para llevarle la alegría a millones de melancólicos paisanos que emigraron y andan regados por todo el mundo.
La dolarización y los Conciertos a ritmo de reguetón
Ahora que estamos saliendo del apagón de la cuarentena por la pandemia Covid, dicen que llegó la resurrección con una dolarizacion de facto; esta ha sido un buen atractivo para el surgimiento de inversionistas emprendedores con un despliegue de exuberantes bodegones, deslumbrantes restaurantes y promotores de conciertos. En estos días a cada rato nos bombardean con una diarrea de anuncios en la radio y vallas publicitarias con que anuncian la llegada de artistas extranjeros y también criollos que se acordaron de nosotros y vuelven a pisar tierra venezolana después de muchos años de ausencia.
«La Paloma San Basilio»
Mas jovencita que nunca y siempre con su exquisita voz en «Cariño mío» y «No llores por mi Argentina»El hecho de abrir de nuevo las puertas y encender las luces para los espectáculos ha traído mucha alegría y emoción en la gente que lo ve como una señal de reactivación de la economía. Sin embargo, nos llama mucho la atención y es bien curioso que, a pesar de la quejadera de tanta gente que anda en la carraplana y en la pelazón, vemos que en un santiamen se agotan las entradas que oscilan entre unos 50, 500 y más dólares. ¿Quiénes pueden ir a estos conciertos? ¿Acaso será verdad que Venezuela se está arreglando?
Próximos conciertos:
Corran antes de que se agoten las entradas
Música urbana
Música Académica
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