Después de estas elecciones presidenciales, fueron anunciados unos resultados calificados como dudosos para el sector de la oposición. Ante la negativa el CNE de mostrar las actas, por lo que el ambiente político del país se nos puso muy enrarecido.
Entonces, para despejar un poco la mente, optamos por escaparnos a la playa, buscando mas tranquilidad en la grata compañía de unos colegas amigos.
Al llegar al litoral, pronto empezamos a percibir un cierto alivio, quizás por el solo hecho de habernos desconectados del ajetreo diario en que se vive en la
capital.
Esta espléndida panorámica fue la que tuvimos desde la habitación, pues desde allí contemplamos cada lindo amanecer en el litoral, viendo el azul infinito del Mar Caribe.
Por las noches pudimos descansar plácidamente, mientras se escuchaba el constante vaivén del oleaje del mar que modulaba la quietud del silencio nocturno. Fue todo tan relajante que hasta tuve unos «fantásticos sueños», en una vida donde yo me volvía muy presuntuoso y echándome de
ser el propietario de un hermoso yate, como esos que estaba viendo anclados en la bahía.
Las apariencias engañan y esto solo fue un bonito sueño que yo tuve, en el que me dí el lujo de haber comprado ese yate (El Echón), parecido al del Rey Juan Carlos (El Bribón).
Yo me imaginaba que ahora también andaba como el Rey de Copas, dándome la gran vida, y disfrutando los años de prórroga que nos quedan ahora en la tercera edad.
Pero en medio de ese fantástico sueño que yo tuve, me surgió la pregunta: ¿De dónde coño saqué los riales para comprarme
ese yate tan bonito? Si yo soy un humilde «Profesor Titular jubilado de la Universidad Simón Bolívar», devengando un sueldo miserable, muy por debajo de lo que gana un profesional, al que le hemos enseñado lo que sabe.
En estos tiempos los viejitos jubilados somos unos «Pelabolas», que con los piches bonos que nos dan como dádivas de vez en cuando, no podríamos reunir ni siquiera para comprarnos un botecito de remos.
Sin embargo, en esos sueños tan ilusorios que yo tuve, habría ocurrido el milagro de que los Educadores, dejamos de seguir viviendo en la pelazón porque nuestros salarios volvían a ser como en los viejos tiempos, cuando éramos entre las profesiones de prestigio y mejor valorados por la sociedad en nuestro país.
La tranquilidad en la playa es un buen remedio para aliviar el Estrés; pues allí se respira el aire limpio y refrescante que soplan las brisas marinas.
Parece algo increíble que no nos demos cuenta cuando estamos a nivel del mar, del enorme peso que soportamos por la columna de aire atmosférico que tenemos encima. Pues sabemos que ésta nos presiona al máximo (con una Atmósfera), pero mas bien uno se siente muy cómodo y desestresado.
En conclusión, fueron unos gratos momentos playeros que allí pasamos, y me hicieron recordar la letra de aquella melodiosa canción que oíamos de la vieja «Sonora Matancera».
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En el mar la vida es más sabrosa
En el mar te quiero mucho más
Con el Sol, la Luna y las Estrellas
En el mar todo es felicidad...
https://www.youtube.com/watch?v=heMMp-dS90k
Tuve la oportunidad de estar esos dias maravillosos con grandes amigos, con quienes me unen lazos de cariño y respeto.
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