Reminiscencias de un RioCariloco Arrinconado por el Coronavirus

        Escudriñando el baúl de los recuerdos en tiempos del Coronavirus                       Ante el acecho del implacable coronavirus y a...

El orgullo de ser RioCaribero


         By Douglas Figueroa

 

«Rio Caribe» mi entrañable terruño, es un pueblito del Oriente venezolano que aun conserva vestigios de su arquitectura original de estilo colonial; con sus casas hermosas de altos ventanales, típicas con su zaguán de entrada que da a largos corredores, cubiertas de techos de teja y caña brava. Queda en un pequeño valle tupido de esbelta vegetación y bañado por las aguas del mar Caribe en la costa de Paria, la península del Estado Sucre desde donde nuestros ancestros, los Indios Caribes salieron a conquistar el mar que lleva su nombre. 

  


 


 Río Caribe fue fundado en 1713, y su hermosa Iglesia en honor a San Miguel Arcángel data de 1717; allí reposaron los  restos del ilustre sabio Juan Manuel Cajigal. En el siglo pasado el pueblo era conocido como de los señores grandes cacaos por  tener una pujante actividad económica basada en la exportación cacotera. 



Un poco de historia...

 

        Fue el 4 de Agosto del año 1498, cuando el Almirante Colón en su tercer viaje, pisó por primera vez Tierra Firme en el continente Americano, y justo en la costa de Paria. Cuentan que después de pasar a un lado de la desembocadura del mejestuoso Río Orinoco, encontró que «el agua era de la más dulce y más sabrosa y unas de las tierras más hermosas», divisó la costa de Paria y se quedó deslumbrado por la flora y la fauna. Ante tan hermosa y exuberante naturaleza, pensando que habían descubierto “El Paraíso Terrenal”, se quedó tan maravillado que la llamó “Tierra de Gracia”. 

 

        Dicen que allí fue donde el almirante se retractó de haber creído antes que la Tierra era redondita y entonces cambió su parecer; pues así lo dejó escrito de su puño y letra en la bitácora de la Nao: 

 

«El mundo no es redondo, sino en forma de pera redondeada, como un seno de mujer, en cuyo pezón está la tierra de Paria».

 

No sabemos si a Don Cristóforo se le ocurrió escribir tan picante frase de su puño y letra, después de haber ingerido unos cuantas copitas de vino; o mas bien le llegó la inspiración por la grata sorpresa que se llevó al desembarcar en la arena mojada de la playa del pueblito de «Macuro» y vio la esbelta figura de una indígena paisana mía de esa época. A lo mejor era una muchachita buenamoza, tez morena y de larga cabellera, que en nada se parecía a las desteñidas y paliduchas que él había dejado atrás cuando emprendió su viaje aventurero dos meses antes desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Quizás esta chica estaba tan requete buena que lo dejó boquiabierto, el muy pícaro no se aguantó y exclamó a todo pulmón: 

 

« ¡Que Pinta tiene la Niña, Santa María! »

 

        Esos eran los nombres de sus tres viejas calaberas originarias cuando él emprendió su primer viaje a América, porque en verdad, las nuevecitas que utilizó en ese tercer viaje para llegar hasta aquí, eran otras y se llamaban: «Castilla, Correo y Vaquiña».

 

 

El pueblito de Macuro, fue donde Cristóbal Colón tocó por primera vez Tierra firme americana. Luego prosiguió su viaje bordeando la Costa de Paria. Pero antes  de emprender su rumbo hacia el norte a la Isla La Española, algo le llamó la atención e hizo una breve parada en la isla de Cubagua, justo en frente y al lado de Margarita

 

 

        Según cuentan los historiadores, fue en Cubagua donde Colón hizo su primer negocito en América, con un cambalache de espejitos y otras baratijas que le regaló a los indígenas, a cambio de un puñado de relucientes y hermosas perlas. Estas perlas serían las primeras que se llevaron los europeos de nuestras tierras, y por esa razón Colón bautizó como «Margarita» a la isla de al lado, por ser el sitio perlífero mas abundante que le le fue señalado por los aborígenes parianos (Margarita es la acepción castellana que significa perla pequeña y valiosa).

 

     También dicen las malas lenguas que muchos de los navegantes que acompañaron a Colón en la aventura de sus dos primeros viajes a América, fueron presidiarios que se ofrecieron de voluntarios para sacudirse de sus delitos. Pero los que aquí llegaron en ese viaje fueron unos rolo e' vivos, porque  ya se había corrido la bola que aquí en América iban a encontrar además de oro y perlas, unas deslumbrantes indiecitas bien bonitas y pechugonas vestidas de diminutos guayucos.

 

 

Mucho tiempo después... Año MCMXLI

 

En el año 1941 cuando yo nací, era la época en que estaba en pleno desarrollo la «Segunda Guerra Mundial», y aunque Venezuela no se involucraba en ese conflicto bélico, los pobladores de mi pueblo andaban medio nerviosos y preocupados por los rumores que llegaban desde la costa de Paria, contados por unos pescadores que andaban faenando por los lados del pueblito de Uquire. Un día regresaron muy asustados porque habían divisado desde sus peñeros unos portaviones y submarinos que parecían como unas ballenas grandototas navegando en altamar. 

 

A esos pescadores los tildaron de embusteros, pero un tiempo después se supo que ni de vaina eran cuentos chinos porque en el golfo de Paria, del lado de la vecina Isla de Trinidad, había mucho movimiento de los aliados porque allí tenían unas instalaciones militares estratégicas para el suministro de petróleo; y además, allí era donde venían los de la Navy Americana a hacer sus prácticas y maniobras de entrenamiento en el Caribe. 

 

También en 1944 se vio pasar un gigantesco «zeppelin» por los cielos de Porlamar y de Río Caribe surcando el aire y en la población alarmada se corrió la bola de que era la inminente invasión de los nazis.  La gente especulaba mucho de tantas noticias preocupantes que escuchaban en la radio y se enteraban de lo que ocurría en el otro lado del mundo, destacando las hazañas de un tal Douglas MacArthur, el embraguetao general americano que en el Pacífico le estaba dando dolores de cabeza a los belicosos japoneses. Ese nombre «Douglas» le llamó la atención a una tía llamada Ligia Oliveros, la hermanita de mi papá, y a mi mamá también le gustó, así fue como quedó este humilde Riocaribero siendo tocayo del general.

 

Yo nací un Sábado 5 de Abril de 1941 y según el santoral del almanaque, ese es el día de San Vicente Ferrer. Parece que la Tía Ligia se dio cuenta del detalle y se adelantó diciéndole a mi mamá: Lourdes, ni se te ocurra dejarte llevar por los nombres de los santos del almanaque. Fíjate que aquí en el pueblo ya hay un montón de «Chentes» y el muchachito sería un tocayo mas del popular Chente el Loco. Tenía razón la tía y yo le quedé bien agradecido por el nombre Douglas con el que fuí bautizado. 

 

 

  ¿Muchacho, de quién eres tú?

 

Por tradición, en la región a uno desde desde que era chiquito le encasquetaban los hipocorísticos de expresiones afectivas, y casi nadie usaba el nombre asentado en su partida de nacimiento. Si eras Pedro te clavaban el Perucho, a Gregorio Goyo, a Lorenzo Lencho, a Luis Licho, a Nicolás Colacho, a Ramón Moncho, y así muchos más. Además, para diferenciar a los muchachitos que llevaban el mismo nombre, se les agregaba otro con sentido de pertenencia: Toñito el de Camucha (Antonio el hijo de Carmen), Juancho el de Magüicha  (Juan el hijo de María Luisa) o Chuíto el de Chalía (Jesús el hijo de Rosalía). 

 

¿Muchacho de quien eres tú? Esa era la pregunta que la gente a uno le hacía en la calle cuando no lo conocían; a veces para llamarle la atención por haber hecho alguna travesura. Entonces uno les respondía: Yo soy Douglas, el hijo mayor de mi mai Lourdes Figueroa Verde, ella es costurera que hace los vestidos, y mi abuelita es Juanita Verde. Mi pai es Jesús Velásquez, de oficio carpintero que hace los botes en la playa, y él es hijo de mi abuelita Juanita Velásquez con mi abuelito Francisco (Chico) Oliveros Busaniche.

 

 

¿Carajito, tú como que eres un Riocariloco?

 

Pues yo si soy y vine al mundo en la casa número 42 de la calle Valdez, la que llamaban Cerro colorao, esta queda al pie del Cerro de la Ermita, y dos cuadras antes de llegar a la playa; en todo el frente tenía La plazoleta, El Alambique y un viejo Molino que extraía agua de un algibe. Nuestro gentilicio de Riocaribero nos lo cambiaron con el tiempo y la gente de la región se acostumbró a llamarnos cariñosamente «Riocariloco», un remoquete que se lo debemos a los Carupaneros, nuestros jodedores vecinos. Parece ser que el pique entre nosotros viene desde un tiempo atrás por la envidia y recelo de que nuestro puerto marítimo, tenía mayor importancia en la región.

 

Nuestro tradicional producto de exportación portuaria era: El exquisito «cacao Rio Caribe»

 

Eran los tiempos en que desde nuestro puerto salían barcos repletos a los mercados europeos cargados del cotizado «Cacao Rio Caribe», así como otros productos de nuestros campos, café, tabaco, ron, papelón, entre otros. En esa época la administración de la Aduana de Río Caribe era un cargo muy apetecido y de gran relevancia, a tal punto que en 1909 estuvo como encargado del Resguardo Marítimo el Coronel Eleazar López Contreras, quien años después llegó a General, fue Ministro de Guerra y Marina, para luego en 1935, ocupar la Presidencia de la República. 

  

Los carupaneros a nosotros nos llamaban Riocarilocos, les llamaba la atención ver personas por nuestras calles deambulando de vestimenta ruyía, descalzos y mirada perdida. Parece ser que se trataba de gente humilde que eran traídas desde pueblos aledaños, dejándolas abandonadas a merced de la benevolencia de la gente. Esta sería la razón por la que nos tildaran de locos; pero nosotros para desquitarnos a ellos les llamamos Carupatos, pues veíamos con suspicacia que muchos de ellos tenían gestos amanerados en el andar.

 

        A pesar de la rivalidad entre vecinos, nuestra relación con los Carupatos fue siempre amistosa y cordial. Pero la armonía se rompió por allá por los años sesenta, cuando el ambiente se puso caliente porque quedamos inhabilitados de tener Capitanía de Puerto al ser centralizado en Carúpano mediante un decreto oficial el registro legal de los botes de pesca de toda la zona norte de Paria

 

 Hasta ese entonces, la tradición era que nuestros pescadores les ponían a sus peñeros su nombre de pila para identificarlo y debajo se le colocaba Rio Caribe, su lugar de nacimiento. Muchos escogían nombres femeninos que les trajeran suerte en la pesca como: «Mi Goleta / Rio Caribe“», «La Chiripa" / Rio Caribe», «Mi Golondrina / Rio Caribe». Pero ahora como consecuencia del decreto, los obligaron a sustituir el “Rio Caribe”  por “Carúpano”. ¡Esa  tamaña atrocidad nos causó mucho dolor!

 

 En los años 50, la playa de Río Caribe estaba repleta de peñeros varados


Cuando los carupaneros nos despojaron de la Capitanía de Puerto y de la aduana marítima, dejamos de ser un puerto importante para el comercio de exportación de productos agricolas. Esa odiosa medida exacerbó los ánimos de la gente y los pescadores andaban por la playa refunfuñando. Pero ni modo, teníamos que acatar la nueva ley y no quedaba mas remedio que iniciar ese trámite obligatorio para registrar su bote con la nueva partida de nacimiento. Algunos propietarios se mostraron muy renuentes pero luego decidieron vengarse de los carupaneros, aprovechando que podían cambiarle los nombres a sus botes. 

 

 

Muchos botes fueron rebautizados colocándoles otro nombre. Este bote El Pachanguero-Rio Caribe» luego pasó a llamarse «Cara e'guate- Carúpano»

 

Cuando los pescadores acudían a la Capitanía de Puerto en Carúpano para tramitar el nuevo registro, la agarraron de guachafita y al preguntarles: ¿Señor qué nombre tiene tu bote?, ya ellos llevaban bajo la manga unos nombres rebuscados que eran bien ocurrentes, graciosos y sonoros como: QueNecioEres/Carúpano”, PideMasQue/Carúpano”, CaraE'guate/Carúpano”. Estos nombres tan jocosos siempre fueron cuestionados por los funcionarios carupaneros porque, obviamente no les hacía ninguna gracia por ofensivos y malintencionados.

 

 «Hasta el Sol de hoy, nuestros botes de pescadores siguen privados de poder exhibir con orgullo su genuino lugar de nacimiento»

 


 


 


 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario