By Douglas Figueroa
Su nombre era Domingo Antonio Figueroa Verde y le decían
cariñosamente, Mingomón. Nació
en Río Caribe el 24 de Diciembre del 1896 y fue el primogénito de mis dos abuelitos
maternos, Don José Tomas Figueroa Arismendi quien era maestro y músico, y mi dulce abuelita Juanita Verde (Mamabuela). Yo llevo su mismo
apellido porque soy hijo natural de la hermana menor de Mingomón, Lourdes María Figueroa Verde.
Ellos eran seis hermanos que quedaron huérfanos de padre siendo muy pequeños y a
él le tocó asumir la cabeza del hogar porque era el mayor de todos. Luego fallecieron tres de sus hermanos, entre
ellos Luisa, quien dejó un niñito huérfano que fue criado después por la
abuelita junto con mi mamá, es Miqueas,
mi hermano del alma. El tío Mingomón
también había perdido a su esposa, la señora Rosario González madre de sus
dos hijos, aun muy pequeños, José Tomás y Rafael (El negro). Unos años después el tío contrajo segundas nupcias con la
señora Chochón Salazar, de quien nació su tercer hijo, Raúl. El reto que le tocó enfrentar en su vida fue muy
duro, porque siendo tan joven se sintió comprometido
de sostener esos dos hogares en medio de la
difícil situación económica que se vivía en aquellos tiempos.

Me contaba mi abuelita Juanita que el Tío desde muy joven mostró una inclinación
hacia la música, tanto la clásica académica como la popular; y se animó a trasladarse
a Carúpano para allí seguir estudios con un reconocido maestro de música, quien
le enseñó el dominio de diversos instrumentos musicales; y él mostró predilección
por tocar la trompeta.
Con su bien ganada reputación y prestigio de ser un músico
talentoso, un día aprovechó la ocasión de una visita que hizo al pueblo de Río
Caribe el Gobernador del Estado Sucre y logró convencerlo para
que se creara la Escuela Municipal de Música “Simón Bolívar” bajo su dirección,
además consiguió que la dotaran con una variedad de instrumentos musicales para
tal fin. De esta escuela egresaron numerosos entusiastas jóvenes músicos y con
ellos creó una Orquesta, la Santa Cecilia que era la que amenizaba las
festividades religiosas y patronales, retretas, bailes y actos luctuosos, tanto
en la ciudad, como en pueblos cercanos.
Los recuerdos de mi tío se remontan a cuando yo era muy pequeño y
asistía a las tradicionales procesiones de la Semana Santa que recorrían las
calles del pueblo. El viernes santo, día de luto de la cristiandad, interpretaban
el Popule Meus, la famosa pieza sacra
de José Ángel Lamas que nos infundía tanta tristeza. El tío se lucía con su
trompeta, inflando sus cachetes para agarrar aire y ponía la boca para soplar,
con un estilo parecido a como lo hacía su contemporáneo Louis Amstrong, el
famoso del Jazz. Yo me sentía muy orgulloso de ser su sobrino y le decía a los
amiguitos que me iban acompañando en la procesión: El que toca la trompeta que va adelante es mi Tío Mingomón.
Él dedicó gran parte
de su vida a la enseñanza de la música. Muchos de los que habían sido sus
alumnos en la escuela de música formaron tiempo después, la muy popular: agrupación
musical «Orquesta Selección Rio Caribe», que
siempre la invitaban para amenizar las fiestas patronales en los pueblos de
oriente, incluyendo las muy famosas de la Virgen
del Valle en la isla de Margarita.
 |
La Orquesta
“Selección Río Caribe’’ era en los años
60 la mas popular del oriente venezolano. Sus repertorios incluían guarachas, boleros,
pasodobles y mosaicos tipo Billo, muy de moda en la época. Muchos de sus
músicos integrantes habían sido aventajados alumnos del Tío Mingomón. (Adaptación de foto publicada
en El Carupanero, 21 marzo, 2020, por Carlos González)
Aparte de sus ocupaciones habituales con la música, el
Tio Mingomón escribía regularmente en un periódico local, artículos amenos
sobre diversos temas de interés: filosóficos, sociales o culturales. Trabajó en
la administración pública como funcionario del Concejo Municipal, cargo que
ejerció con responsabilidad, eficacia y honradez. Él tenía unas innatas
habilidades oratorias y hablaba con mucha fluidez y elocuencia en sus discursos;
por ello lo escogían siempre como el orador de orden para los actos públicos
conmemorativos de las fechas patrias. Era un destacado miembro de la Logia
Masónica “Estrella del Paria”, una
hermandad donde se hizo merecedor de los más altos grados, respeto y estima
hacia su persona.
El tío era una persona de una profunda convicción y fe cristiana, un
ferviente creyente que tenía un don especial para la tradicional práctica de santiguar niños. Cuando él iba a visitar
a mi abuelita, si veía que una de mis hermanitas presentaba alguna
manifestación de malestar, él se preocupaba mucho y sugería que podría tratarse
de un «Maldeojo» o que podrían ser las lombrices alborotadas que la
estarían fastidiando. ¡Vamos a
santiguarla ya! él siempre decía
y procedía. Al terminar sus oraciones le pasaba la señal de la cruz por su
frente, y santo remedio, la carajita
paraba de llorar. ¡Todos nos quedábamos boquiabiertos! Yo no entendía como lo
lograba porque me he resistido siempre a aceptar explicaciones que no tuviesen
un fundamento científico. Cuando él ya se encontraba residenciado en Caracas, y
se acercaban las fechas navideñas, siempre estaba pendiente de mandarnos por
Avensa una cajita con juguetes. Estos casi siempre eran los únicos regalos que
el 25 de diciembre nosotros recibíamos. Recuerdo que una mañana, un amiguito echón, en la calle me preguntó: ¿Y a ti qué te trajo el niño Jesús? Yo muy
orgulloso le respondí: A mi, el niño me
trajo esta pistola vergataria, pero quien me la mandó fue mi Tío Domingo.
Fue en el año 1948 cuando el Tío tomó la decisión de residenciarse
en Caracas y allí llegó a ocupar el cargo de Jefe de Personal del
Instituto Municipal de Transporte; luego fue funcionario de la
Contraloría del Municipio Libertador. Mientras él vivía en Caracas, nunca
olvidó su terruño y cada vez que sus ocupaciones se lo permitían viajaba al
pueblo a visitarnos, siempre estuvo pendiente de ver mi abuelita a quien él
tanto adoraba. Fue muy activo en la Junta Directiva de la Casa Sucre en
Caracas; junto con otros coterráneos organizaban todos los años los actos para
la celebración el 29 de Septiembre del día de San Miguel Arcángel, patrono de
Río Caribe. La Orquesta Selección Río Caribe fue invitada varias veces para
amenizar en Caracas las fiestas de fin de año que celebraban en esa institución
sucrense.
Mingomón falleció en Caracas, el 17 de Febrero de 1974 a
los 77 años. En ese entonces yo me encontraba viviendo en Inglaterra, donde
cursaba mi Doctorado en Física con una beca del Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas; las noticias que recibía de Venezuela eran muy esporádicas, la
única vía era el correo postal. El Tío había sido operado unos 13 años atrás de
cáncer en la laringe, quizás consecuencia del riesgo al que estuvo expuesto en
el ejercicio de su profesión de músico como trompetista; pero cuando yo me
marché lo había dejado ya muy recuperado. Quiero contar un hecho muy curioso
que a mí me sucedió; sin haber estado enterado de la recaída en su estado de
salud, fui al Post Office local para allí pedir una llamada de larga distancia
por operadora. Cuando del otro lado me atendieron el teléfono, lo primero que
hice fue preguntar por la salud del tío y me dieron la triste noticia de que él
había fallecido justamente el día anterior. Fue una sorpresa que me hizo erizar
la piel porque en los cuatro años que estuve viviendo afuera esta fue mi única
llamada telefónica, pues me resultaba muy oneroso, y se me ocurrió hacerla justamente
ese nefasto día. Se había apagado el faro de luz que siempre iluminó mi familia,
dejándonos un inmenso vacío con su partida. Desde que yo era muy niño, de él
había recibido un especial afecto y cariño; siempre lo tuve como modelo a
seguir por su conducta de ciudadano recto y ejemplar que lo caracterizó
durante toda su vida. ¡Gracias Tío Mingomón!
In Memoriam
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario